Sherwood Anderson (1876–1941).  Winesburg, Ohio.  1919.
Hands --Manos
Edición bilingüe, inglés-español, de Miguel Garci-Gomez
-- --
 
Hands
Manos
HE was an old man with a white beard and huge nose and hands. Long before the time during which we will know him, he was a doctor and drove a jaded white horse from house to house through the streets of Winesburg. Later he married a girl who had money. She had been left a large fertile farm when her father died. The girl was quiet, tall, and dark, and to many people she seemed very beautiful. Everyone in Winesburg wondered why she married the doctor. Within a year after the marriage she died. ERA un anciano de barba blanca con unas manos y una nariz enormes. Mucho antes de la época en que trabaremos conocimiento con él, había sido médico y había conducido un penco blanco de casa en casa por las calles de Winesburg. Luego se casó con una chica adinerada, que había heredado una granja grande y fértil a la muerte de su padre. La chica era callada, alta y morena, y a muchos les parecía muy hermosa. Todos en Winesburg se preguntaban por qué se habría casado con el médico. Al cabo de un año de celebrarse el matrimonio, murió.
  The knuckles of the doctor’s hands were extraordinarily large. When the hands were closed they looked like clusters of unpainted wooden balls as large as walnuts fastened together by steel rods. He smoked a cob pipe and after his wife’s death sat all day in his empty office close by a window that was covered with cobwebs. He never opened the window. Once on a hot day in August he tried but found it stuck fast and after that he forgot all about it. Las manos del médico tenían unos nudillos gigantescos. Con los puños cerrados parecían ristras de bolas de madera sin pintar, tan grandes como nueces unidas por varillas de acero. Fumaba una pipa de maíz y, desde que murió su mujer, se pasaba el día sentado en su consulta vacía junto a una ventana cubierta de telarañas. Nunca la abría. Un día muy caluroso de agosto lo intentó, pero se encontró con que estaba atrancada y ya no volvió a acordarse de abrirla.
  Winesburg had forgotten the old man, but in Doctor Reefy there were the seeds of something very fine. Alone in his musty office in the Heffner Block above the Paris Dry Goods Company’s store, he worked ceaselessly, building up something that he himself destroyed. Little pyramids of truth he erected and after erecting knocked them down again that he might have the truths to erect other pyramids. Winesburg había olvidado al anciano, pero el doctor Reefy ocultaba en su interior el germen de muchas cosas buenas. Solo, en su mohosa consulta del edificio Heffner, sobre el almacén de la Compañía Parisina de Productos Textiles, trabajaba incansable en la construcción de algo que él mismo destruía después. Pequeñas pirámides de verdad que erigía y luego derribaba para seguir teniendo verdades con las que construir nuevas pirámides.
  Doctor Reefy was a tall man who had worn one suit of clothes for ten years. It was frayed at the sleeves and little holes had appeared at the knees and elbows. In the office he wore also a linen duster with huge pockets into which he continually stuffed scraps of paper. After some weeks the scraps of paper became little hard round balls, and when the pockets were filled he dumped them out upon the floor. For ten years he had but one friend, another old man named John Spaniard who owned a tree nursery. Sometimes, in a playful mood, old Doctor Reefy took from his pockets a handful of the paper balls and threw them at the nursery man. “That is to confound you, you blathering old sentimentalist,” he cried, shaking with laughter. El doctor Reefy era alto y hacía diez años que usaba el mismo traje, que estaba deshilachado por las mangas y tenía agujeros en los codos y las rodillas. Cuando estaba en la consulta vestía también un guardapolvo de lino con enormes bolsillos en los que metía constantemente tiras de papel. Al cabo de unas semanas las tiras de papel se convertían en bolitas redondas y duras, y cuando los bolsillos estaban llenos, los vaciaba en el suelo. En diez años, no había tenido más que un amigo, otro anciano llamado John Spaniard que poseía un vivero de árboles. A veces, cuando estaba de buen humor, el viejo doctor Reefy sacaba del bolsillo un puñado de bolitas y se las arrojaba al dueño del vivero. «Vergüenza debería darte, viejo charlatán sentimental», le gritaba muerto de risa.
  The story of Doctor Reefy and his courtship of the tall dark girl who became his wife and left her money to him is a very curious story. It is delicious, like the twisted little apples that grow in the orchards of Winesburg. In the fall one walks in the orchards and the ground is hard with frost underfoot. The apples have been taken from the trees by the pickers. They have been put in barrels and shipped to the cities where they will be eaten in apartments that are filled with books, magazines, furniture, and people. On the trees are only a few gnarled apples that the pickers have rejected. They look like the knuckles of Doctor Reefy’s hands. One nibbles at them and they are delicious. Into a little round place at the side of the apple has been gathered all of its sweetness. One runs from tree to tree over the frosted ground picking the gnarled, twisted apples and filling his pockets with them. Only the few know the sweetness of the twisted apples. La historia del doctor Reefy y de su noviazgo con la chica alta y morena que llegó a convertirse en su mujer y le dejó todo su dinero es muy curiosa. Resulta deliciosa, como esas manzanitas un poco rugosas que crecen en los huertos de Winesburg. En otoño, uno pasea por los huertos y el suelo está duro por efecto de la escarcha. Los recolectores han recogido las manzanas. Las han metido en barriles y enviado a la ciudad donde las comerán en apartamentos llenos de libros, revistas, muebles y personas. En los árboles sólo quedan unas pocas manzanas arrugadas descartadas por los recolectores y que recuerdan a los nudillos de las manos del doctor Reefy. Si las mordisqueas, descubres que son deliciosas. Toda su dulzura se ha concentrado en un lugar redondeado en uno de sus lados. Uno va de árbol en árbol por el suelo helado recogiendo las manzanas rugosas y arrugadas y metiéndoselas en los bolsillos. Sólo unos cuantos conocen la dulzura de las manzanas arrugadas.
  The girl and Doctor Reefy began their courtship on a summer afternoon. He was forty-five then and already he had begun the practice of filling his pockets with the scraps of paper that became hard balls and were thrown away. The habit had been formed as he sat in his buggy behind the jaded white horse and went slowly along country roads. On the papers were written thoughts, ends of thoughts, beginnings of thoughts. La chica y el doctor Reefy empezaron su noviazgo una tarde de verano. El tenía cuarenta y cinco años y había adquirido ya la costumbre de llenarse los bolsillos con las tiras de papel que se convertían en bolitas duras y luego acababan tiradas por el suelo. Se había acostumbrado a hacerlo mientras iba en su carricoche tras el jamelgo blanco y recorría despacio los caminos comarcales. En los papeles escribía ideas, finales y principios de ideas.
  One by one the mind of Doctor Reefy had made the thoughts. Out of many of them he formed a truth that arose gigantic in his mind. The truth clouded the world. It became terrible and then faded away and the little thoughts began again. Una por una, la imaginación del doctor Reefy había ido concibiendo todas aquellas ideas. A partir de muchas de ellas, formaba una verdad que se alzaba gigantesca en su cerebro. La verdad ensombrecía el mundo. Se convertía en algo terrible y luego se desdibujaba y volvía a empezar con las pequeñas ideas.
  The tall dark girl came to see Doctor Reefy because she was in the family way and had become frightened. She was in that condition because of a series of circumstances also curious. La chica alta y morena fue a ver al doctor Reefy porque estaba encinta y tenía miedo. Estaba en ese estado debido a una serie de circunstancias también curiosas.
  The death of her father and mother and the rich acres of land that had come down to her had set a train of suitors on her heels. For two years she saw suitors almost every evening. Except two they were all alike. They talked to her of passion and there was a strained eager quality in their voices and in their eyes when they looked at her. The two who were different were much unlike each other. One of them, a slender young man with white hands, the son of a jeweler in Winesburg, talked continually of virginity. When he was with her he was never off the subject. The other, a black-haired boy with large ears, said nothing at all but always managed to get her into the darkness, where he began to kiss her. La muerte de su padre y de su madre y los fértiles acres de tierra que heredó atrajeron a una nube de pretendientes. Pasó dos años recibiendo pretendientes casi cada tarde. A excepción de dos, todos eran idénticos. Le hablaban de pasión y, cuando la miraban, se notaba una extraña ansiedad en sus voces y su mirada. Los dos que eran diferentes no se parecían nada entre sí. Uno de ellos, un joven delgado de manos blancas, el hijo de un joyero de Winesburg, hablaba continuamente de la virginidad. Cuando estaba con ella, no había forma de hacerle cambiar de conversación. El otro, un chico moreno de grandes orejas, nunca decía nada, pero se las arreglaba para arrastrarla hasta algún rincón oscuro y besarla.
  For a time the tall dark girl thought she would marry the jeweler’s son. For hours she sat in silence listening as he talked to her and then she began to be afraid of something. Beneath his talk of virginity she began to think there was a lust greater than in all the others. At times it seemed to her that as he talked he was holding her body in his hands. She imagined him turning it slowly about in the white hands and staring at it. At night she dreamed that he had bitten into her body and that his jaws were dripping. She had the dream three times, then she became in the family way to the one who said nothing at all but who in the moment of his passion actually did bite her shoulder so that for days the marks of his teeth showed. Al principio, la chica alta y morena pensó que se casaría con el hijo del joyero. Se pasó horas sentada en silencio escuchándole hablar y luego empezó a temerse algo. Empezó a sospechar que su charla sobre la virginidad ocultaba una lujuria mayor que la de los demás. A veces le parecía que al hablar sujetaba su cuerpo entre sus manos. Imaginaba cómo le daba vueltas muy despacio entre sus manos blancas mientras la miraba fijamente. Por las noches soñaba que le había mordido el cuerpo con sus fauces goteantes. Tuvo aquel sueño tres veces, luego la dejó encinta el que nunca decía nada, pero que en un momento de pasión le mordió de verdad en el hombro y le dejó varios días marcada la señal de los dientes.
  After the tall dark girl came to know Doctor Reefy it seemed to her that she never wanted to leave him again. She went into his office one morning and without her saying anything he seemed to know what had happened to her. Cuando la chica alta y morena conoció al doctor Reefy decidió que no quería separarse nunca de él. Se presentó una mañana en su consulta y él pareció hacerse cargo de lo sucedido sin que ella le dijera nada.
  In the office of the doctor there was a woman, the wife of the man who kept the bookstore in Winesburg. Like all old-fashioned country practitioners, Doctor Reefy pulled teeth, and the woman who waited held a handkerchief to her teeth and groaned. Her husband was with her and when the tooth was taken out they both screamed and blood ran down on the woman’s white dress. The tall dark girl did not pay any attention. When the woman and the man had gone the doctor smiled. “I will take you driving into the country with me,” he said. En la consulta del médico había una mujer, la esposa de un hombre que regentaba una librería en Winesburg. Como todos los médicos anticuados de pueblo, el doctor Reefy ejercía de sacamuelas, y la mujer se apretaba un pañuelo contra los dientes y gemía. Su marido estaba con ella y, cuando le sacó la muela, los dos gritaron y la sangre manchó el vestido blanco de la mujer. La chica alta y morena no prestó ninguna atención. Cuando se fueron, el médico sonrió. «Iremos a dar un paseo», dijo.
  For several weeks the tall dark girl and the doctor were together almost every day. The condition that had brought her to him passed in an illness, but she was like one who has discovered the sweetness of the twisted apples, she could not get her mind fixed again upon the round perfect fruit that is eaten in the city apartments. In the fall after the beginning of her acquaintanceship with him she married Doctor Reefy and in the following spring she died. During the winter he read to her all of the odds and ends of thoughts he had scribbled on the bits of paper. After he had read them he laughed and stuffed them away in his pockets to become round hard balls. Las siguientes semanas, la chica alta y morena y el médico se vieron casi a diario. El estado que la había empujado a visitarlo terminó a causa de una enfermedad, pero a la joven le ocurrió como a quienes han descubierto la dulzura de las manzanas arrugadas y rugosas: no volvió a interesarse por las frutas redondas y perfectas que comen en los apartamentos de la ciudad. Ese otoño, poco después de iniciar sus relaciones, se casó con el doctor Reefy y la siguiente primavera, murió. Durante todo el invierno él le leyó los pensamientos que había garrapateado en los trocitos de papel. Después de leérselas se reía y las guardaba en el bolsillo para que se convirtiesen en bolitas apretadas.